
Cuando el rock se sentó en el pupitre
músicos que fueron docentes antes de brillar en los escenarios
Aunque la escuela y el rock han tenido una relación turbulenta —desde el “School Days” de Chuck Berry hasta el “We don’t need no education” de Pink Floyd—, la historia demuestra que varios de los grandes íconos de la música encontraron en la docencia un punto de partida o un refugio en su camino hacia la fama. Algunos lo vivieron como un infierno, otros como un ejercicio inspirador, pero todos dejaron huella tanto dentro como fuera del aula.
Sting, antes de fundar The Police, se paraba frente a adolescentes para hablar de poesía y fútbol, experiencias que más tarde inspiraron su polémico hit Don’t Stand So Close to Me. Gene Simmons, con apenas seis meses de práctica como maestro de sexto grado, descubrió que el aula le quedaba chica: quería un escenario con 40 mil personas, no con 40 alumnos. Brian May, doctor en astrofísica y guitarrista de Queen, también lo intentó con las matemáticas, aunque su anécdota con tijeras y papel terminó en un caos sangriento que lo convenció de que el rock era un terreno más seguro.
En la Argentina, Miguel Mateos se sostuvo durante años como profesor de inglés, lo que incluso influenció su proceso de escritura. Del otro lado del Atlántico, Mark Knopfler se aferró a la docencia como una “influencia estabilizadora”, enseñando inglés y guitarra en colegios rurales. También Art Garfunkel encontró en la enseñanza de matemáticas una salida cuando Simon & Garfunkel se separó, mientras que Bryan Ferry se divertía enseñando cerámica mientras armaba los primeros ensayos de Roxy Music.
El caso de Sheryl Crow es otro ejemplo: antes de acompañar a Michael Jackson en giras, daba clases de música en primaria y escribía jingles para la publicidad. Dennis DeYoung, de Styx, defendió siempre la docencia como una profesión noble y menospreciada. Y Todd Rundgren, años después de triunfar en la industria, volvió al ámbito académico en la Universidad de Indiana, para inspirarse en las nuevas generaciones.
La enseñanza y el rock parecen mundos opuestos, pero estos músicos demostraron que ambos universos comparten una misma esencia: transmitir, emocionar e inspirar. Ya sea con tizas, guitarras o micrófonos, la pasión fue la que marcó el rumbo de sus vidas.
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