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"Madonna en Buenos Aires: La llegada de una reina para encarnar a Evita"

20 de enero 1996

El 20 de enero de 1996, Buenos Aires se convirtió en el epicentro de una revolución mediática cuando Madonna aterrizó en la ciudad para protagonizar Evita, la película dirigida por Alan Parker basada en el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice. La elección de la Reina del Pop para interpretar a Eva Perón, una figura histórica profundamente arraigada en la identidad argentina, desató una mezcla de fascinación, controversia y frenesí en los medios locales.

 

Un desembarco bajo los reflectores

Desde el momento en que Madonna puso pie en suelo argentino, su presencia acaparó los titulares. La cantante llegó acompañada por un equipo de producción de primer nivel y un dispositivo de seguridad digno de una estrella global. Los paparazzi y los fanáticos se agolpaban en cada esquina, ansiosos por obtener una imagen o un autógrafo. Su estadía en el Hotel Hyatt, en el exclusivo barrio de Recoleta, se convirtió en un punto de encuentro para curiosos y periodistas que intentaban captar cada movimiento de la estrella.

 

La polémica elección de Madonna como Evita

La decisión de que Madonna interpretara a Eva Perón no estuvo exenta de controversias. En Argentina, Evita es una figura icónica y polarizadora, venerada por muchos como una santa popular y criticada por otros como una figura política divisiva. Para algunos, la elección de una estrella pop extranjera para encarnar a la "abanderada de los humildes" fue vista como una falta de respeto. Sin embargo, Madonna se tomó el papel con gran seriedad, estudiando a fondo la vida de Eva y demostrando su compromiso al aprender español para las canciones de la película.

 

Un país bajo el escrutinio mediático

La llegada de Madonna no solo puso a la producción de Evita en el centro de atención, sino que también expuso al país a una mirada internacional. Los medios argentinos cubrieron cada detalle, desde las locaciones seleccionadas para el rodaje, como la Casa Rosada y el Cementerio de la Recoleta, hasta los rumores sobre las demandas de la estrella. Mientras tanto, los medios internacionales destacaban la importancia histórica de filmar en los mismos lugares donde Eva Perón había construido su legado.

 

El impacto cultural y social

La presencia de Madonna en Buenos Aires no solo marcó un hito en la industria cinematográfica, sino que también generó un debate cultural sobre cómo se representan las figuras históricas en el cine. La producción de Evita transformó a la ciudad en un escenario global, atrayendo la atención de millones de personas y reafirmando el magnetismo de Eva Perón como un símbolo universal.

 

Madonna, con su carisma y profesionalismo, logró superar las críticas iniciales, dejando una huella imborrable tanto en la pantalla como en la memoria colectiva de los argentinos. Su interpretación de "Don’t Cry for Me Argentina" desde el balcón de la Casa Rosada se convirtió en una de las imágenes más icónicas de la película, inmortalizando un momento en el que la música, el cine y la historia convergieron en un mismo lugar.

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