La Pelopincho, el chulengo para asar chorizos a la parrilla, el Gauchito Gil y el sodero. La argentinidad al palo, en versión Playmobil. Todos están en archivos abiertos, de descarga gratuita, listos para imprimir en 3D a partir de una plataforma virtual colectiva de accesorios. “Argentinizar nuestros juguetes” fue el punto de partida de Grupo Bondi, el estudio de diseño industrial argentino integrado por Eugenio Llambí e Iván López Prystajko, un dúo creativo que trabaja en la frontera del humor y la ironía con el objetivo de resignificar objetos de consumo, con historia.

Los autores de los bancos de cemento que imitan al capitoné y están desparramados por toda la ciudad arremeten ahora con los muñequitos icónicos de 7,5 cm de alto que marcaron a más de tres generaciones.

Este año, las figuras de más de 5 mil variantes, entre guerreros, médicos, azafatas, enfermeras, mamás, bebés y distintos oficios, cumplen 50 años. Se crearon originalmente en la localidad de Furth, región alemana de Baviera, y fueron presentados en la feria del juguete de Núremberg, pero fracasaron. Sin embargo, los barcos piratas, los castillos medievales, las viviendas familiares y las plazas terminaron por conquistar a las familias del mundo entero.

“Son referentes universales, sobre todo del mundo occidental”, señalan Iván y Eugenio, que subieron a la plataforma Thingiverse las indicaciones para fabricar la versión nacional y popular de las figuras. El manual de uso que indica cómo armar los accesorios también forma parte del proyecto cuyo perfil de Instagram es @cheplaymobil.

“Intentamos pensar piezas propias, pero de la misma manera que las resolvería Playmobil. Sumamos la tecnología abierta, lista para imprimir, o mandar a imprimir en 3D”, comparte Grupo Bondi.